La mayoría de los odontopediatras coinciden en la importancia de la lactancia materna durante los primeros seis meses para desarrollar adecuadamente la respiración, la boca, la deglución y la oclusión.
Todos los bebés nacen con la mandíbula menos desarrollada que el maxilar superior. La lactancia materna ayuda al avance mandibular y favorece una mejor relación entre el maxilar superior y la mandíbula, con lo que se previenen futuras maloclusiones.
Además, la lactancia le aporta al bebé muchas otras ventajas: facilita la respiración nasal, aumenta el flujo salival, ayuda a un correcto posicionamiento de la lengua, previene patrones de deglución anormales, ayuda a desarrollar la musculatura oral…
El uso del biberón no es tan beneficioso para el desarrollo del bebé como lo es la lactancia materna, pues no se fomenta el crecimiento de los maxilares y el desarrollo de la musculatura facial de la misma manera.
El flujo de leche del biberón no requiere un movimiento constante de la mandíbula y ésta queda un una posición más atrasada, por lo que no se estimula el avance mandibular.
Con el biberón existe trabajo de la musculatura facial, pero se desarrollan los músculos equivocados (buccinadores): generan paladares estrechos en los que existirá falta de espacio para dientes y lengua. Además, se favorecen las degluciones atípicas, que posteriormente podrán ocasionar distintas maloclusiones.
Es recomendable utilizar biberones con orificios de salida pequeños, lo más parecidos al pecho materno, así como dar el biberón con el bebé en posición vertical para estimular el ejercicio de la musculatura oral.
¿Hasta cuándo Prolongar la lactancia?
Prolongar la lactancia diurna/biberón más allá del año o la toma nocturna después de la erupción del primer diente puede provocar caries. Al ser la caries una enfermedad multifactorial, la lactancia por si sola no va a provocarla, pero si esto lo combinamos con la ausencia de higiene (sobre todo en la toma nocturna), el resultado serán dientes cariados precozmente.
Hábito de succión: chupete/dedo
El uso del chupete o el hábito de chupar el dedo se consideran normales en los primeros meses de vida ya que el bebé nace con un patrón de alimentación succionador. A medida que aparecen los dientes de leche y el niño adquiere un patrón de alimentación masticador, la succión deberá ir abandonándose progresivamente.
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La succión prolongada, más allá de los dos años, se relaciona con la instauración de maloclusiones. Se recomienda cesar el hábito del chupete o dedo alrededor de los 18 meses.
Higiene oral
Pese a que los niños nacen sin dientes, no debemos descuidar su higiene oral y es recomendable empezar desde el nacimiento.
Es conveniente limpiar la boca del bebé después de cada toma. Se puede hacer con un dedal de silicona o bien envolviendo un dedo con una gasa húmeda. Se trata de hacer movimientos circulares y suaves recorriendo todas las superficies de la boca con el fin de eliminar todos los restos de leche. Si no es posible hacerlo después de cada toma, como mínimo deberíamos hacerlo después de la toma de la noche.
En cuanto empiezan a salir los primeros dientes seguiremos con la misma rutina higiénica que cuando no los había. Podremos seguir usando el dedal de silicona o la gasa húmeda, aunque también se pueden emplear cepillos de dientes específicos para bebés. Es importante no utilizar pasta de dientes ya que no saben escupirla.
A partir del primer año conviene realizar el cepillado con un cepillo de dientes específico para su edad y con dentífrico para niños menores de tres años, utilizando muy poca cantidad de pasta, lo equivalente a un grano de arroz. Cuando empiecen a salir las muelas, es recomendable pasar un hilo dental entre ellas todas las noches.
Pese a que los dientes de leche no van a durar toda la vida, deberemos cuidarlos como si así fuera, pues pueden aparecer caries e infecciones que podrán perjudicar también a los dientes definitivos.
Además, las caries en los dientes de leche avanzan mucho más rápido que en la dentición definitiva ya que en los dientes de leche el espesor de esmalte es mucho más fino que en los definitivos y el nervio se encuentra más próximo a la superficie.
Se recomienda que la primera visita al dentista se haga antes de que el bebé cumpla el primer año. De esta forma los padres recibirán toda la información acerca de cómo cuidar la higiene oral de su hijo y se podrán prevenir las caries antes de que aparezcan.
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