Aunque pueda parecer que la enfermedad de Alzheimer es ampliamente conocida y es fácilmente identificable, tiene tantas formas de manifestarse como pacientes existen. “Cada paciente es un mundo”, dicen; y en este caso es verdad.
Es por eso que existe una amplia controversia en la especificación de un primer síntoma de la enfermedad de Alzheimer. El saber en qué momento empieza la enfermedad y qué es lo primero que se manifiesta es algo que incluso los médicos y científicos no tienen del todo claro.
El doctor Caamaño, geriatra y médico en el Centro Gerontológico A Veiga (Puebla de San Julián, Lugo), sostiene que el principal y primer síntoma del Alzheimer son los trastornos de conducta, tales como la apatía, la depresión o la agresividad. Por su parte, el neurólogo Jorge Matías-Guiu defiende que el síntoma que debe alertar a la familia es la pérdida de capacidades para realizar tareas cotidianas.
El investigador Javier Saez Valero considera la pérdida de memoria de hechos inmediatos es el primer síntoma del Alzheimer, lo cual coincide con las afirmaciones que hace el Doctor Guillermo García Ribas en la web Know Alzheimer.
Según los diferentes médicos consultados, la mayoría de los pacientes acuden a consulta cuando la enfermedad ya está muy avanzada. “Si yo he diagnosticado un caso de Alzheimer porque tiene una pérdida de memoria muy clara, ya llego un poco tarde”, afirma el doctor Matías-Guiu.
El problema entonces es saber identificar cuándo estamos ante este tipo de enfermedades, entender cuáles son los factores de riesgo y diferenciar entre simples despistes y pérdidas de memoria más problemáticas ligadas con una enfermedad neurodegenerativa.
Ya que no existe un consenso en el primer síntoma, el signo que según Matías-Guiu debe despertar una pequeña alerta es si se comienzan a notar errores a la hora de ejecutar una tarea que esa persona solía desempeñar perfectamente. “Si una mujer que cocinaba unos macarrones exquisitos toda su vida y de repente empieza a hacer mal los macarrones, eso es un primer síntoma”, afirma el doctor.
A nivel familiar, se debe facilitar que el diagnóstico se haga de la forma más temprana posible para que los médicos puedan actuar a tiempo y el tratamiento o la medicación puedan ser más efectivos. Si existe alguna sospecha de que un miembro de la familia puede tener algún tipo de demencia, lo recomendable es acudir al médico para que él valore la situación y al paciente desde un punto de vista profesional. Acudiendo al refranero popular, lo mejor es “curarse en salud”.
El perfil de un paciente con Alzheimer
El Alzheimer es una patología que está relacionada directamente con la edad, por lo que éste es su principal factor de riesgo. La edad predominante para desarrollarla es a partir de los 65 años, según el Doctor Jordi Clarimón, investigador principal de la Unidad Genética de Enfermedades Neurodegenerativas de Barcelona.
Existen algunas excepciones, que suponen el 1% de los casos diagnosticados, en los que el Alzheimer se diagnostica a edades más tempranas, pero son casos que generalmente están relacionados con factores genéticos.
Las estadísticas del INE y de la OMS muestran datos muy significativos en cuanto al género predominante para desarrollar la enfermedad. Hay una clara diferencia entre el número de mujeres afectadas (280 mil en Europa y 10.500 en España) frente al número de hombres con Alzheimer (139 mil en Europa y 4.400 en España). De hecho, las demencias y las enfermedades cerebrovasculares son las causas de muerte más comunes entre las mujeres españolas, mientras que en varones son las enfermedades cardiacas y el cáncer de bronquios y pulmón, según el INE.
El motivo de por qué mueren más mujeres con Alzheimer que hombres no se describe ni como biológico ni como genético. Sin embargo, se puede suponer que uno de los motivos fundamentales es la mayor esperanza de vida en el género femenino. Otro factor que comenta el Doctor Matías-Guiu es el efecto cultural, es decir, el peor acceso a una educación en las generaciones de mujeres que actualmente tienen más de 65 años.
Según el doctor, al no haber podido acceder a un sistema educativo en condiciones y de un nivel elevado por el hecho de ser mujeres, “la protección a los síntomas del Alzheimer es menor”. Por tanto, una posible forma de prevenir el Alzheimer u otras demencias es el hecho de mantener la mente activa y un considerable desarrollo cultural y educativo.
Siendo fiel a estos datos, el perfil predominante del Alzheimer es una mujer que supere los 65 años de edad y que no haya tenido un acceso a las disciplinas educativas de mayor nivel, como la universidad. Sin embargo y como toda enfermedad, puede haber excepciones y que el Alzheimer se desarrolle en casos totalmente opuestos.
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