La cistitis es una de las enfermedades más frecuentes de la especie humana. Se estima que todas las mujeres padecerán al menos un episodio a lo largo de su vida, mientras que en los varones la incidencia es menor, excepto en determinados grupos de pacientes (diabéticos y trasplantados, entre otros).
Los principales factores predisponentes para la cistitis incluyen el sexo femenino (por la menor longitud de la uretra), la mala hidratación, el uso de espermicidas (sobre todo el nonoxinol-9), la edad avanzada, la diabetes, la presencia de cálculos renales y las enfermedades prostáticas, entre otros.
Tratamiento antibiótico y remedios naturales para la cistitis
La gran mayoría de las cistitis obedecen a causas bacterianas. Entre los microorganismos más habituales se mencionan los gérmenes que habitan normalmente en el intestino (Escherichia coli de manera relevante) y algunas bacterias que conforman parte de la flora habitual de la piel, como Staphylococcus saprophyticus. Por lo tanto, la terapéutica por excelencia de la cistitis está representada por el uso de antibióticos.
Hidratación
De todas maneras, algunas medidas generales se consideran de importancia esencial. Por ejemplo, la hidratación abundante permite el desprendimiento mecánico y la eliminación de los gérmenes de la vía urinaria.
Vitamina C
Asimismo, el consumo de vitamina C tiene un efecto beneficioso, ya que, por su naturaleza química, esta sustancia provoca cambios en la acidez de la orina que dificultan el crecimiento de las bacterias.
Puedes tomar alimentos ricos en vitamina C como las naranjas, limones, el kiwi, verduras, etc, pero también puede ser buena idea complementarlo con un suplemento de vitamina C.
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Arándanos para la cistitis
Una consideración similar es válida para los derivados del arándano y otros frutos emparentados. Además, se dispone de numerosos antisépticos de uso comercial, entre los que se menciona el uso de azul de metileno, disponible en comprimidos en muchos países del mundo.
El arándano rojo es bueno para la cistitis debido a su gran contenido en proantocianidinas, estas son capaces de disminuir la adhesión al tracto urinario de las bacterias causantes de la cistitis.
Antibióticos
Dado que el tratamiento por excelencia son los antibióticos, es apropiado advertir que las bacterias han adquirido resistencia a muchos de estos medicamentos a raíz del abuso y de su indicación errónea a lo largo de los años.
Sobre la base de estos conceptos, se propone que la terapia de elección para las cistitis no complicadas debe llevarse a cabo con las llamadas quinolonas, un grupo de antimicrobianos cuyos principales representantes son la norfloxacina, la ciprofloxacina y la ofloxacina. Mientras que en las mujeres el tratamiento puede reducirse a 3 días, en los varones no debe interrumpirse antes de los 7 a 10 días.
Sulfamidas para la cistitis
Otra opción de interés la constituyen las sulfamidas, en especial el cotrimoxazol o trimetoprima-sulfametaxazol. A pesar de la gran ventaja que representa su bajo costo, las tasas de resistencia a este medicamento son en general muy elevadas en casi todo el mundo.
Cistitis en el embarazo
Corresponde un comentario especial para las embarazadas con cistitis, ya que las infecciones urinarias se asocian con numerosas complicaciones obstétricas, por lo cual el tratamiento debe ser precoz y contundente. Para evitar toxicidad fetal, se propone el uso de derivados de las penicilinas o de las cefalosporinas, los cuales no se vinculan con riesgos desde el punto de vista del feto y de la placenta.
De esta manera, la combinación de medidas básicas (hidratación y acidificación) con el uso correcto de antibióticos asegura un cistitis tratamiento correcto de esta afección de muy elevada prevalencia de forma exitosa y segura.
Cistitis Hemorragica
La cistitis hemorrágica es una forma de inflamación de la cara interna de la vejiga urinaria, cuya principal manifestación es el sangrado.
Este síndrome suele provocar un gran temor en los pacientes, ya que incluso la presencia de una cantidad muy pequeña de sangre en la orina es suficiente para teñirla intensamente, provocando la percepción de una hemorragia masiva. Sin embargo, la mayor parte de los casos de cistitis hemorrágica corresponden a procesos de salud completamente benignos.
De hecho, la causa más frecuente de esta afección es la infección urinaria, que provoca pequeñas alteraciones de la permeabilidad de los vasos sanguíneos que se atribuyen a la inflamación. Como consecuencia, a los clásicos síntomas como el dolor o el ardor durante la micción, se agrega la hematuria (sangrado al orinar), incluso con la presencia ocasional de algunos coágulos.
Asimismo, la presencia de litiasis urinaria (cálculos), tanto en el riñón como en los uréteres o en la propia vejiga, es otra de las etiologías más comunes de cistitis hemorrágica. De todos modos, en pacientes con factores predisponentes (edad avanzada, tabaquismo, antecedentes de uso de algunos quimioterápicos) debe descartarse al cáncer de vejiga como causa del sangrado.
En general, en presencia de un caso de cistitis hemorrágica, la conducta más apropiada consiste en la recolección de una muestra de orina para cultivo, con el fin de detectar la presencia de gérmenes, y el inicio inmediato de un tratamiento antibiótico empírico. Si la hemorragia no se controla o bien si el cultivo no revela la presencia de gérmenes, se propone continuar con la investigación de las causas en forma más detallada.
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