De todos los agentes víricos más habitualmente causantes de las enfermedades por hepatitis, los virus de la hepatitis A, B y C, tan solo se considera relevante la transmisión sexual para el segundo, es decir para transmitir la Hepatitis B.
– La hepatitis A excepcionalmente se transmite por vía sexual.
Entre parejas estables monógamas la transmisión sexual del virus de la hepatitis C es menor al 1%. Por el contrario, la transmisión sexual del virus de la hepatitis B está comprobada y es habitual.
¿Qué es y qué causa la hepatitis B?
La hepatitis B es una enfermedad de transmisión sexual que provoca inflamación del hígado y trastornos en su función.
Está causada por un virus perteneciente a la familia Hepadnaviridae, conocido comúnmente como Virus de la Hepatitis B (VHB).
La hepatitis puede manifestarse como un proceso agudo o crónico.
En estos casos puede acabar en cirrosis (en ella las células del hígado son reemplazadas por tejido de cicatrización y surgen nódulos regenerativos). Esto puede derivar a insuficiencia hepática o en ocasiones a un cáncer de hígado.
Las personas necesitan que su hígado esté en condiciones óptimas.
En este sentido, el hígado desempeña funciones de gran trascendencia (sin hígado las personas no pueden tener vida).
Una de estas funciones vitales es metabolizar prácticamente todas las sustancias tóxicas del torrente sanguíneo, así como los medicamentos que se consumen.
Otra de sus funciones es almacenar energía en forma de glucógeno (hidrato de carbono que transforma en glucosa). El cuerpo utiliza el glucógeno en caso de necesitarlo.
¿Cómo se transmite?
El VHB se trasmite de forma similar al VIH, cuando entran en el cuerpo algunos fluidos corporales de una persona infectada.
➜ Sangre, semen o flujo vaginal son los fluidos por los que se transmite la enfermedad.
Nota: Según la información de la Organización Mundial de la Salud hasta 2017 (OMS) el VHB es una de las enfermedades sexuales que es 50 a 100 veces más infecciosa que el VIH.
La mayoría de las infecciones por hepatitis b registradas en todo el mundo se transmiten de la madre al hijo y por contacto intrafamiliar.
También por reutilización de jeringuillas y agujas no esterilizadas.
Si bien esto sucede mayoritariamente en países menos desarrollados, en los países de Occidente se valora que las relaciones sexuales no sean protegidas o el uso incorrecto del preservativo.
Es aquí donde se mantiene contacto con los citados fluidos corporales, es una importante vía de propagación de la infección.
El uso compartido de objetos punzo-cortantes es una práctica de riesgo que hay que evitar. Se recomienda que no se comparta el material de inyección (entre usuarios de drogas inyectables)
Así como algunos objetos de higiene personal (cepillos de dientes, cortaúñas y hojillas de afeitar).
Cabe matizar que el VHB tiene una vida fuera del cuerpo de al menos 7 días. En este sentido puede mantener durante este tiempo su capacidad infecciosa.
Nota: el VHB no se contagia a través de la comida o el agua. O bien por compartir utensilios para comer.
A veces se recomienda no compartir este tipo de objetos sólo ante los posibles cortes que se pudieran dar en su utilización. Tampoco se trasmite por abrazar, besar, toser, estornudar.
Ni por contacto habitual en el medio laboral, familiar o escolar, así como en el uso de sanitarios y bañeras.
Desde 1982 hasta el actual 2017 se viene administrando una vacuna para prevenir el VHB. Es segura y cuenta con una eficacia del 95%
Desde principios de los años ochenta hasta ahora, según la OMS se han administrado en todo el mundo más de mil millones de dosis. Esto corrobora su efectividad.
La protección dura al menos 15 años.
Clínica, síntomas y diagnóstico de la Hepatitis B
Sólo por medio de un análisis de sangre específico se puede determinar con seguridad si se está infectado por el VHB.
No todas las personas manifiestan síntomas y signos, y estos pueden variar de un ser humano a otro. Alrededor de un 70% de personas manifiestan sintomatología.
Como se indica, es posible que existan personas infectadas por hepatitis b que no muestren síntomas de estarlo, lo que contribuye de forma determinante a su propagación.
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Síntomas de la hepatitis B
Los principales suelen ser:
Otros signos habituales son: tos o piel amarrilla al igual que la parte blanca de los ojos (ictericia), orina oscura (coluria) y deposición de color claro (acolia).
– Cuando los síntomas y signos surgen, estos suelen manifestarse en un intervalo de tiempo que va de las 9 a las 21 semanas (5 meses), aunque el promedio de tiempo es de 12 semanas (3 meses) después de haber estado expuesto al virus.
El análisis para identificar la presencia del VHB se denomina HBsAg, conocido como antígeno de superficie de la hepatitis B.
También llamado antígeno Australia, al haberse demostrado por primera vez en un aborigen australiano.
En realidad este antígeno es una glucoproteina insertada en la superficie del virus.
El HBsAg aparece antes del comienzo de los síntomas. Alcanza su pico durante el curso de la enfermedad sintomática y después declina hasta niveles indetectables en un intervalo de 3 a 6 meses.
Por esa razón, tiene un importante valor diagnóstico en la evaluación de las siguientes infecciones. En este sentido, también se utiliza para evitar la posibilidad de infección en donantes de sangre.
La producción de anticuerpos naturales o inducidos por la vacuna contra el antígeno, el anticuerpo Anti-HBs, confiere protección contra la enfermedad. Esto demuestra que tampoco puede transmitirla.
El HBsAg está presente en la sangre superados los 6 meses desde el inicio de la infección en sujetos con hepatitis B crónica.
En este sentido es común en las personas infectadas con los sistemas inmunes debilitados (por ejemplo, las afectadas por VIH/SIDA). En este caso es indetectable el Anti-HBs.
Cómo se diagnostica
Aunque no se puede generalizar, y se han de tener en cuenta las circunstancia propias de cada persona, la información y la experiencia demuestran que aproximadamente 1 de cada 2 pacientes ya no podrá contagiar a otros transcurridas 7 semanas desde la aparición de los síntomas.
En todos los pacientes que no permanezcan infectados de manera crónica la prueba médica HBsAg será negativa a las 15 semanas después de la aparición de los síntomas.
En el caso de mujeres embarazadas, está indicado proceder a detectar la presencia de anticuerpos del VHB por medio de un análisis específico. Al igual que en el caso del VIH.
Si los resultados siguientes de las pruebas son negativos al principio del embarazo, pero existe historial o posibilidad de prácticas de riesgo en la salud, está indicado repetir las pruebas al final del embarazo.
Por otra parte, si los resultados son positivas, la madre puede infectar al bebé. Si esto llega a suceder, en el momento del nacimiento el bebé debe recibir la primera dosis de la vacuna contra el VHB junto con otra inyección de la Inmunoglobulina de la Hepatitis B (IGHB).
La segunda dosis de la vacuna debe ser administrada durante los primeros dos meses de edad y la tercera dosis a los 6 meses (pero no antes de las 24 semanas de edad).
Fases de la manifestación de la enfermedad
Fase Aguda
El sistema inmunológico de la mayoría de las personas adultas infectadas por el VHB combate el virus. En consecuencia supera sin más problemas esta fase de la enfermedad.
Si el virus permanece en la sangre más de seis meses, la persona es portadora de hepatitis B crónica.
Afortunadamente, sólo un pequeño porcentaje de personas infectadas no consiguen eliminar el virus.
La infección se vuelve crónica (el 90% de los adultos saludables se recupera).
Sin embargo, no sucede lo mismo con el grupo de personas más vulnerables como los niños. Casi el 90% de los bebés y el 50% de los niños pequeños que contraen el virus de la Hepatitis B no pueden eliminar el virus.
Las personas que se recuperan de una infección aguda de Hepatitis B desarrollan anticuerpos protectores. Tras luchar contra el virus una vez, el cuerpo “aprende” a proteger la salud de la persona.
Para que no contraiga de nuevo una infección por el VHB. Estas personas se vuelven “inmunes” al virus.
Fase Crónica
La fase crónica indica que la persona no ha eliminado el virus y la infección es a largo plazo. Para que la infección llegue a ser crónica dependerá, en gran medida, de la edad de la persona.
Distintos estudios indican que esto sucede en un 90% de bebés. 30% de los niños entre 1 y 5 años y entre un 2 y un 6% en personas de 5 años en adelante.
Desarrollar una afección hepática está presente. Pero la mayoría de las personas afectadas a este nivel tienen una vida larga y saludable.
En este caso es importante que la persona mantenga un control y seguimiento médico regular. En este sentido, puede afectar al hígado de forma silenciosa y persistente muchos años. Todo ello sin que se pueda detectar.
Tratamiento
Las personas en fase aguda de la infección del virus hepático no necesitan recibir tratamiento. Si aparecen síntomas, generalmente leves en su salud, solo se requiere la toma de algún analgésico para aliviarlos.
➜ Es necesario acudir al médico para recibir la información y los fármacos necesarios.
➜ Cuando alguien alcanza la fase crónica de la enfermedad, es cuando está indicado el tratamiento, cuyo objetivo es reducir la carga viral (cantidad de virus por milímetro cúbico) y que ésta sea indetectable.
➜ El mejor momento para comenzar el tratamiento ha de ser valorado por el médico especialista. Es fundamental que cada caso sea valorado de manera individual y se den las condiciones óptimas.
Actualmente existen varios tratamientos aprobados para controlar la Hepatitis B crónica.
Sin embargo la vacuna proporciona la mejor protección disponible contra la infección del virus.
La serie de vacunas consiste en 3 dosis suministradas durante 6 meses (y se puede combinar con la vacuna para hepatitis A)
Existe un tratamiento post-exposición (después de que la persona se haya expuesto o haya tenido contacto con el virus). Se trata de la Inmunoglobulina de la Hepatitis B (IGHB).
Es un producto del plasma de la sangre que de momento hasta el 2017 puede prevenir el VHB. Eso sí, siempre y cuando se administre en el plazo de 14 días desde la exposición o contacto con la persona infectada por el virus hepático.
El tratamiento post-exposición es eficaz entre un 85 y 90%. Protege sobre posibles contagios aproximadamente durante 3 meses. Para utilizar el IGHB es necesario que la persona no se haya vacunado de la Hepatitis B.
Además que nunca antes haya tenido la infección. Este medicamento se utiliza en combinación con la serie de 3 dosis de vacunas para la Hepatitis B.
Tal y como se indica, después de haber estado expuesto a los fluidos corporales infecciosos de la persona con infección en fase aguda.
Hepatitis B y VIH
Los adultos sanos en salud que están infectados con el VHB tienen menos del 10% de posibilidades de que se vuelva crónica.
Pero cuando una persona adulta además está infectada por el virus de inmunodeficiencia humana el riesgo de desarrollar Hepatitis B crónica aumenta.
Sobre todo en aquellos con recuentos bajos de CD4.
Se ha comprobado por distintos estudios que, a medida que la enfermedad del VIH avanza, la respuesta inmunológica del cuerpo contra el VHB disminuye gradualmente.
Incluso puede llegar a desaparecer. Esta situación puede motivar que el virus de la Hepatitis B se active de nuevo después. Todo ello de haber permanecido latente durante mucho tiempo.
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